lunes, 2 de febrero de 2015

HISTORIA BARRIO PRIMITIVO CRESPO


HISTORIA BARRIO PRIMITIVO CRESPO


Primitivo Crespo y la historia de El Polvero

La historia de un barrio con más de sesenta años de antigüedad que, como muchos otros, nació de una invasión y progresó gracias a la convivencia y el empuje que caracterizaba a sus residentes. Tres testimonios, escritos en 1984, exponen la memoria de este punto de la ciudad, conservada gracias a la convocatoria social de la Alcaldía para guardar la historia de los barrios.

Pierrot
Estudiante de Lic. en Literatura

1. Los Intrusos, por Hilda María Rengifo y Héctor Oswaldo Cabal
La invasión se encontraba en un mangón frente al matadero municipal y colindaba con un establecimiento llamado “El Precio de un Beso” propiedad del señor Guillermo Manzano, un gordito de carácter agrio y revolver al cinto que proveía agua a los que se quedaban a cuidar los terrenos.

En 1948 se fundó una junta encabezada para conseguir los lotes. Los políticos venían en las noches pidiendo que no abandonaran el sitio, que ya casi iban a medir y entregar los lotes para fundar el barrio. Estas reuniones iniciaban con una canción que decía “yo te juro vida mía, que al tener nuestra casita, aunque sea chiquitita o aunque sea de papel…”, y luego se dictaba el orden del día, pasadas dos horas la reunión terminaba con otra canción de la autoría de Rafael Hernández titulada «Yo ya tengo la casita».

En 1949 había ya bastante gente cuidando el lote noche y día para que no se los arrebatara otro. Los sábados eran días para la camaradería, se tocaban canciones con guitarras, se tomaban los consabidos aguardientes y hasta se bailaba.
Los azares comenzaron cuando murió el concejal Ramírez a causa de un paro cardiaco, aquellas labores políticas se quedaron paradas y un día en la mañana se aparecieron la policía y el ejército, nos quemaron las cositas (toldas y enceres con que ubicarse en el lote). Fue como una guerra chiquita, unos corrían y otros trataban de defender sus pertenencias para terminar en las celdas. Sólo quedaron las ruinas de un futuro baldío.

Pasados unos meses, en los que las autoridades nos sacaban una y otra vez, la Gobernación rifó veinte lotes de 6 x 25 metros en la calle 25 con carrera 16, cerca del control de los buses amarillos, entre sesenta matrimonios, y nació la primera manzana. Algunos se fueron y otros siguieron luchando y ganaron después su lotecito, pero esto no mermó la cordialidad de los vecinos. Las navidades eran muy amenas, las familias eran de todas partes del país y como aún no había Feria de Cali se hacía una kermés donde cada familia aportaba los platos de su región de origen.

2. Los Solitarios, por Andrés Enrique Mora y Mario Osorio
La tumbada en 1949 fue hecha por orden de la Alcaldía, autorizada por la señora Dolores de Chois quien reclamaba que los terrenos le pertenecían. En abril de 1950 llegaron a tumbar otra vez, en esta ocasión los de la Tercera Brigada. Los buldócer acabaron con ranchos y casas en ladrillo, después los escombros fueron levantados en volquetas y transportados para botarlos en Arroyo Hondo.

La junta directiva sólo aparecía en la noche porque en el día los buscaba la policía para arrestarlos, empezaron a trabajar con el doctor Rebeis Valencia que autorizó al doctor Jorge Peña para entregar los lotes a los que pudieran pagar quince pesos del valor de la ficha. Los que no podían pagar se quedaban sin ficha y sin lote.

3. El Marquez, por Juan Carlos Paz Monares
El barrio se hallaba originalmente en medio de inmensas lagunas que fueron cubiertas con tierra. Llegó a tener varios nombres a lo largo del tiempo: Los Fundadores, Trece de Junio, Once de Noviembre, Luis Adolfo Valdez, Santa Mónica Popular, pero fue conocido siempre como El Polvero hasta que tuvo el nombre actual, Primitivo Crespo. El municipio vendió los lotes en 1954 a dos pesos el metro, estos fueron medidos y repartidos por la junta directiva operante con la señora Matilde Vinazco a la cabeza.

Había un predio perteneciente al señor Guillermo Manzano utilizado para arrojar los desperdicios de los moradores. Limpiaron el terreno y al mes se pidió el permiso para hacer un pesebre en vivo, que después se convirtió en una tradición anual para el barrio. Los encargados de construirlo fueron los señores Luis Obando, José Ramírez y Guillermo Mendoza.

Como existía una imagen de la Virgen del Carmen elaborada en yeso, se empezó una recolección de fondos por medio de festividades para construir una capilla. Dio inicio con una ramada de guadua, un tiempo después con la llegada de unos misioneros se amplió, se le puso techo de paja y bancas donadas por los moradores. La primera misa fue oficiada por el misionero español Juan de Dios Nieva y el padre Pedro. Se empezó a enseñar el catecismo y hubo comuniones, matrimonios y bautizos. Unos meses después la capilla se incendió quedando totalmente destruida.

Volvimos a construir la ramada pero ahora funcionaba como escuela, se dieron clases hasta tercero de primaria. En varias ocasiones la policía la tumbó, pero los residentes volvían a levantarla hasta que con ayuda del municipio se trajeron dos profesoras, pupitres, tableros y nos dieron el permiso para su funcionamiento con el nombre de José Hilario López, esta aún sigue en funcionamiento.

Era popularmente conocido como El Polvero, se vendía fritanga, licores y también se bailaba. A pesar del esfuerzo de la Junta de Acción Comunal se consiguieron los contratos de Alcantarillado y pavimentación sólo hasta el 77 y se logró construir un puesto de salud en el 80.

Hoy los residentes originarios están muertos, pero dejaron estos testimonios para que su historia no fuera olvidada.

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