lunes, 2 de febrero de 2015

HISTORIA BARRIO PETECUY


HISTORIA BARRIO PETECUY

Petecuy
Más allá de un estigma

A pesar de sus ideas de progreso y los procesos realizados durante las épocas de los ochentas en la ciudad de Cali, muchos proyectos quedaron inconclusos, Petecuy, uno de ellos, ha mostrado a la sociedad que de los esfuerzos y la buena fe se pueden hacer grandes cosas con la comunidad.

Por: Víctor Manuel Corrales
Estudiante de Lic. En Literatura

Hay muchas historias creadas desde las situaciones vulnerables de la vida, incluso hay algunas que a pesar de todos los percances sobre salen, así encuentren en tela de juicio sus procesos o las estadísticas obliguen a pensar que son casos perdidos; ésta es la situación de uno de los barrios de Cali, quiza el más conocido debido a la desgracia que genera el estigma. Petecuy, el barrio estrella, espectante ahora por la violencia, no deja de ser un barrio lleno de gente con un ánimo inquebrantable quienes siempre han buscado una manera de salir adelante.

Un poco de historia

Antes de 1984 Petecuy era unas hectáreas con sembradíos de millo, entre fango, atravesadas por un caño que llevaba parte de la miseria de Cali hacia el río Cauca. Un lugar, podría llamarse de nadie donde INFICALI bajo la administración de Renan Trujillo, con la idea de expansión y progreso, entregó lotes a las familias del Municipio, en busca de reducir las gigantes haciendas pertenecientes a un pequeño sector de la sociedad, de ahí el nombre del barrio, haciendo honor a ese mítico cacique, el cual tuvo un final digno de una tragedia griega, por su imagen de respeto y terror ante los mismos conquistadores, inspiración de luchas llevadas hasta las últimas consecuencias, sin nunca perder la esperanza.

Desde los primeros años de poblamiento en el barrio se dio ejemplo de ello, las zonas aún no construidas fueron un centro de ocupación de algunos desplazados del Sur y el Pacifico Colombiano, quienes vieron una nueva posibilidad de arranque y establecimiento en la ciudad la invasión. Sus primeros ladrillos, puestos con promesas de futuro, eran derrumbados por las autoridades a causa de algunas personas dueñas de los predios que por azares de la vida nunca ejecutaron obra alguna.

El transcurso de los desalojos siempre llegaba con un baile de ir y venir, donde cada casa destruida era una necesidad de hacer una más y así tener un boicot fuerte, con el cual la ley dejó de insistir después de la fijación cada vez mayor de estos desplazamientos y en donde poco a poco fueron apareciendo las ideas de subversión con la llegada del M-19, a quienes es difícil no darles importancia en esta historia.

Tal vez haya personas con buenas anécdotas de este grupo guerrillero. Una imagen de combatientes urbanos en pos de un bien comunitario. En el barrio se dio así y aunque es complejo preguntar a los primeros ocupantes acerca de ello, así sea de forma anónima, tienen buenas historias de su establecimiento; una de ellas por ejemplo es cuando ante lo complejo de las situaciones por las cuales pasaban los pobladores les apoyaban en su batalla por una vivienda digna, con colaboraciones que llegaban en forma de viveres, un pollo o litros de leche, incluso ante la seguridad de defender de la ley a los ocupantes, cuidando que esas casas construidas con esperanza no fueran a ser víctimas del desalojo, ganándose el favor de la comunidad, causando así una despedida heroica después de la desmovilización.

Acabado el despeje por parte del M-19 las cosas cambiaron un poco y el eco de la violencia se acrecentó como gritos por falta de educación. Nuevas familias fueron llegando para hacer parte del sector de Venecia conocido como “Cinta Larga” o el “Jarillón”. Algunos jóvenes ociosos se entregaban a los actos vandálicos y aquella zona, la cual terciaba un terreno grande dejado por la ocupación del grupo guerrillero, pasó a ser la frontera invisible entre la Etapa I y II. Esta nueva necesidad vislumbró la posibilidad de un nuevo barrio el cual permitiera acabar con todo estos problemas; así el alcalde Henry Elder Caicedo puso a disposición para 1987 una nueva etapa que intermediaría ambas, Petecuy III.


Esta nueva iniciativa puso al barrio en el mapa de los nuevos procesos de cambio en las zonas vulnerables hechos durante esas épocas, la Etapa III vino con la creación de la escuela San Jorge, enfocándose en orientar las nuevas juventudes ante las situaciones de violencia; con programas de trabajo social, intervenciones psicológicas, campañas de alimentación y salud hechas durante un tiempo para educar los más pequeños, con cobertura de primero a quinto de primaria. El puesto de salud, hecho para dar una respuesta o ayuda inmediata a las dolencias menores que se presentasen, venían con campañas de capacitaciòn y de salud puerta a puerta para los habitantes del sector. Junto con la creación de un parque con cancha de futbol la Etapa III y el polideportivo en la I, con la intensión de no olvidar ese mutualismo comunitario en los primeros pasos.

Durante los noventas pusieron en marcha el proyecto PTAR al lado del nuevo centro deportivo, que buscaría en consorcio con los habitantes del sector la pavimentación de la vías, proyecto el cual, por consecuencias de la corrupción entregó un porcentaje; sin embargo permitió así acabar un poco con la sensación de abandono de las calles, donde habitualmente los trabajadores y estudiantes en temporadas de lluvias debían forrar con bolsas en sus zapatos o tener a la mano un par de cambio a la salida del sector.

Durante este tiempo también crearon nuevos escenarios deportivos como el parque y la cancha de Petecuy I y la Arquidiócesis con la fundación Santa Isabel de Hungria creó el Centro Docente Parroquial San Marcos, que funciona en Petecuy II. Desde aquí, además de pequeños programas con la comunidad y la creación de la iglesia en la Etapa II no hubo muchos aspectos a considerar; tal vez un poco negativos, la violencia se acrecentó por las mafias, la prestación del puesto de salud decreció considerablemente con la llegada del nuevo Régimen de salud, el polideportivo dejó de funcionar debidamente y los espacios de esparcimiento quedaron en condiciones de abandono o usados maliciosamente por algunos vándalos.

Petecuy hoy

Después de más de treinta años los cambios en el sector se han dado consideradeblemente, de los cultivos de millo no queda nada, una casa al lado de otra se expanden desde la PTAR hasta Calimío con mucha gente conocida de toda la vida y otras nuevas familias se asocian en su mayoría y son bien acogidas por los habitantes, hay una violencia que azota el sector, la cual a pesar de no haber mucho incentivo por parte del gobierno, las buenas intenciones han dado un gran pie de apoyo para los jóvenes, mostrandoles que hay diferentes opciones a las ofrecidas por la violencia del barrio.

QPB 3Dos fundaciones están apostándole a la cultura. Vienen haciendo una gran labor dentro de Petecuy. Hakuna Matata es una empresa de recreación colectiva, la cual busca interesar a los jóvenes en el emprendimiento de las artes, la cultura circense y recreadora, con el fin de sacarlos un poco de esa realidad nublada a las cuales se ven enfrentados, con sonrisas y mucha confraternidad. Nacida desde los ojos de Robinson Carabalí, uno de los mejores zanqueros de la ciudad, quien falleció, sus amigos buscaron no dejar morir su sueño, llevar otra cara del barrio ante la ciudad por medio de la recreación. Sin embargo, no es sólo esto lo que alimenta las ganas de seguir, su amor por los animales los llevó a incentivar campañas de concientización en el barrio, para el buen trato de las mascotas y los animales de trabajo, vital y comunes dentro del sector como sustento de vida.

Por otro lado, y no tan lejano en sus objetivos, está el Biblioghetto, una idea incentivada por un emprendedor llamado Gustavo Andrés Gutiérrez, quien recuperando una zona vulnerada por la delincuencia en Petecuy I instaló algunas estanterías llenas de libros, con todo un poco, quien de esta manera busca un escape de los niños a su alrededor vulnerado, llenándolos con mundos de fantasías y magia de la lectura, demostrándole al sector que la incentivación por la cultura es un buen pasante para estos chicos, los cuales con dicha llegan para poder aprender y conocer el mundo, más allá de donde la realidad les puede llevar. Ahora han tenido mucho apoyo de la comunidad, la terminación de la escombrera al lado de la PTAR, ha permitido que haya una recuperación del Polideportivo, el cual Gustavo aprovechó para unir recreación de los niños con el interés por la lectura.

Al día de hoy, más de mil infantes se han beneficiado de la lectura abierta en el barrio y se llenan de emoción con la determinación de éstos por seguir llegando a escuchar las historias que los llena de jubilo y fantasía, alejándolos cada día más de una situación que a veces vemos se sale de control simplemente porque el estado no se da a la labor de hondar e investigar en ellas, en donde la manera en que muestran fundaciones como Hakuna Matata y Biblioghetto es el mejor camino para alejar los conflictos de la naturaleza humana, educación y cultura.

La violencia en el barrio Petecuy no es algo posible de pasar por alto, la respuesta errada del Gobierno ha dejado en el olvido la vulnerabilidad que esos episodios de respuesta y guerra imprimen en las miles de personas, quienes en su mayoría trabajan cada día y sólo buscan una manera de subsistir; quizá, en vez dar una repuesta a la violencia aplicándole más violencia, deberían de incentivar iniciativas culturales como estas, las cuales con esmero han dado positivos resultados a la comunidad, al lado de las balas que con lágrimas y dolor se convierten en una inexcusable justicia.

2 comentarios:

  1. Hola Carlos, gracias por esta información, ¿podrías decirme como recopilaste su historia?, es decir, las fuentes.

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  2. Vivo en el barrio petecuy 1😉😚

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