domingo, 1 de febrero de 2015

HISTORIA BARRIO POTRERO GRANDE


HISTORIA BARRIO POTRERO GRANDE

El 25 de diciembre de 1981, mientras Cali estaba de feria, en el oriente de la ciudad llegaba una impresionante ola migratoria por causa del desplazamiento forzado.

Familias enteras del Cauca, Nariño y Chocó encontraron en las orillas del Río Cauca un asentamiento para recomenzar sus vidas. Creyeron que la prosperidad de la ciudad los abrazaría después de la desgracia. Estaban muy equivocados.

La mayoría de los grupos eran afrodescendientes. Llevaban en su sangre templanza, el inquieto ritmo del Pacífico y la dureza por la supervivencia en el campo. Les faltaba, en cambio, la suerte del citadino.

Armaron improvisadas viviendas sobre el Jarillón del río Cauca. Otros, buscando una fuente hídrica, se fueron a los bordes de las lagunas Charco Azul y Pondaje. Con el tiempo los asentamientos fueron considerados de altísimo riesgo humanitario. El sector fue denominado Agua Blanca, luego llamado Comuna 21.

Para solventar la crisis, entre 2006 y 2008 se creó un macroproyecto de vivienda que quiso aprovechar un amplio y llano potrero en el extremo oriente de la ciudad, cerca al río pero sin que significara esto un riesgo. En el lugar se podrían reubicar las familias de desplazados y personas de extrema vulnerabilidad social que llegaron a Cali desde las adoloridas tierras del occidente colombiano.

Potrero Grande surgió como un barrio planeado en términos de infraestructura. Fue dotado de servicios públicos carreteras y hasta escenarios educativos, culturales y sanitarios, aunque más tarde se confirmara que eran insuficientes.

Se construyeron más de 400 casas de interés prioritario en un barrio que prometía detener una bomba social para Cali. Subsidiaron, con recursos del Estado, parte de los costos de la construcción y el resto lo debían pagar los residentes con cuotas mensuales muy bajas. Con el tiempo ni las casas ni las cuotas de pago dejaron tranquilos a los reubicados.

La bomba social solamente se trasladó a un territorio más organizado y con una belleza estructural que procurara ocultar la cara fea de la desigualdad. Hoy viven en Potrero Grande unas 30 mil personas de las 108 mil que componen el distrito de Agua Blanca, o comuna 21.

“Esa es otra Cali”

Potrero Grande no tiene vías con huecos o carreteras maltrechas; todas parecen nuevas. Las pocas calles sin pavimentar están arregladas en arena aplanada y son cómodas para los peatones, motos y carros. Cuando se dice que se visitará una comuna sumida en conflictos humanitarios, se suele imaginar un lugar en total abandono, con casas caídas en desgracia y sin el más mínimo asomo de una estructura bonita. En cambio este barrio está lleno de contrastes: tiene mucho en infraestructura, pero le falta humanidad.

Allí hace más calor que en el centro de Cali. El viento es escaso y el sol parece que fuera capaz de derretir el pavimento. Durante el día a poca gente se le ve andando en las calles y los que lo hacen se mueven con cautela.

El barrio ha sido dividido con fronteras invisibles por la delincuencia pandillera y la influencia de bandas criminales. Cada sector tiene un grupo que impide el paso de los extraños o enemigos a través de intimidaciones armadas. Muchos de los que ejercen ese control territorial son menores de edad y jóvenes.

Los residentes solo transitan en sectores que les son amigables, así del otro lado de la calle hayan dejado familiares y amigos cercanos. A veces la gente prefiere abandonar las viviendas. Se pueden ver edificaciones desocupadas que son usadas como centros de venta de drogas. Hasta el año pasado se habló de una ‘casa de pique’ manejada por una de las bandas criminales. Nadie en el barrio confirma o desmiente el mito.

Las cuadras están conformadas por conjuntos de pequeñas casas de bloque y ladrillo que a simple vista parecen incómodas. En la parte delantera de las viviendas solo hay una ventana junto a la puerta principal; en el segundo piso no hay ninguna ventana. Una casa de estas parece un bunker donde sólo entra el aire a través de unas perforaciones en los ladrillos. Tienen un inservible balcón de 40 centímetros de largo por 50 de ancho. Casi nunca lo abren.

El promedio de miembros en cada familia varía entre 5 y 12 personas. Entre más numeroso es el hogar, más incómoda resulta la convivencia. Tendrían que caber todos en una casa que tiene 30 metros cuadrados y solo una habitación de 2.5 X 3 metros

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