viernes, 7 de julio de 2017

HISTORIA BARRIO EL RETIRO

El Retiro

Fue el primer barrio de la comuna 15, a partir de un proceso de invasión de terrenos ubicados en una franja entre el margen oriental de los barrios que hoy conforman la comuna 16, según se describieron previamente, y el caño Cauquita, que sus pobladores en ese entonces llamaron Cinta Larga, asentamiento surgido en el año de 1972. Este asentamiento subnormal estaba conformado por 800-1000 viviendas, sin servicios públicos, al igual que registraba un agudo problema de hacinamiento en pequeños ranchos de 4 por 5 metros, construidos de madera, techos de paja y pisos de tierra, y que eran habitados por gran cantidad de inmigrantes de la Costa Pacifica, aunque en su mayoría provenían de la zona rural del municipio de Tumaco. Cinta Larga estaba construido al borde del canal de aguas residuales Cauquita de forma tal que todos los ranchos tenían el frente de sus casas orientado hacia el antiguo barrio de la Unión de Vivienda Popular, mientras la parte del lote de atrás daba sobre el canal. Existían una gran cantidad de pasillos entre un buen número no uniforme de casas, sin llegar a definir lo que se conoce como manzana puesto que los callejones conformaban laberintos irregulares. Por su proximidad al Canal utilizaban éste como depósito de desechos y a donde iban a parar las aguas residuales. Ante la caren0cia de agua potable era siempre necesario desplazarse hasta el antiguo barrio Unión de Vivienda Popular a conseguir el agua y transportarla hasta los lavaderos públicos, ya que las viviendas no tenían servicio sanitario ni lavadero. En 1980, debido a la presión de los habitantes de la zona por mejorar sus condiciones de vivienda, se inicia el proceso de reubicación a través de Invicali, en los terrenos que en la actualidad constituyen la primera etapa del barrio El Retiro, en la franja oriental de lo que más tarde serán la calle 48, y las carreras 33 y 39. Dicho programa comprendía la entrega de un lote de 15m por 5m por un valor de $ 7.000,oo de la época, con el objetivo de reubicar un asentamiento de alto riesgo situado a lo largo de un canal que se había convertido en vertidero de aguas residuales, además de la situación de extremo hacinamiento. De esta forma El Retiro se crea en terrenos antiguamente inundables con pobladores reubicados de Cinta Larga y de dos asentimientos que en esa época también eran clasificados como subnormales: uno ubicado en los terrenos que hoy se conocen como El Pondaje (comuna 13), y un segundo en los alrededores del actual barrio Bella Vista42 (zona de ladera comuna 19). Una de las características del barrio El Retiro desde su conformación en 1980 es el de constituir uno de los asentamientos en la ciudad de Cali con la mayor concentración residencial de población y hogares afrocolombianos, pero también en donde las redes familiares procedentes del municipio de Tumaco, zona rural y casco urbano, son preponderantes. Sin embargo, Sardi y las invasiones periféricas al barrio El Retiro tienen en común esta característica, como antes se comentó. En cierto modo El Retiro es a los ojos de los mismos pobladores de otros barrios del Distrito de Aguablanca un territorio “negro”, en el que la sociabilidad estuviese segregada y representar una especie de ghetto. En realidad, esta particular sobreconcentración de población afrocolombiana y tumaqueña ya existía en la invasión que precede a El Retiro, pues es un asentamiento de reubicación, o sea, Cinta Larga, conformada hacia el inicio de la década del 70. Es bastante probable que este asentamiento en los años 70 fuese uno de los de peores condiciones de vida urbana en la ciudad de Cali para esa época. Algo similar con los antiguos pobladores reubicados de la zona de El Pondaje, afrocolombianos en su casi totalidad y en un sitio muy deteriorado. Sin embargo, en el caso de los reubicados desde Bella Vista, posiblemente más población mestiza que negra, se dio el fenómeno de una mayor movilidad espacial y social, ya que según testimonios vendieron los lotes en El Retiro al poco tiempo y se trasladaron a otros barrios del Distrito de Aguablanca. También es probable que una parte de los escasos pobladores mestizos de El Retiro, los pocos que se quedaron, casi siempre en mejores condiciones residenciales que el resto de la población barrial, procedan de esta reubicación desde la ladera.
Durante la reubicación se dio una gran presencia de los partidos tradicionales, vía los concejales holmistas y el holguinistas, quienes a cambio de votos prometían entregar buenos lotes. Se tiene conocimiento de algún líder político liberal tumaqueño y afrocolombiano, que una vez en Cali se vinculó al sector holmista del liberalismo en calidad de dirigente local en los asentimientos de invasión con alta concentración afrocolombiana, como fue el caso de Cinta Larga. Su papel fue importante en el enganche de votos por lotes a través de las redes de parientes y paisanos conocidos de Tumaco durante la reubicación en el nuevo asentamiento. Este es el caso del holmismo, pero sin descartar una situación parecida en las huestes conservadoras holguinistas, también la negociación de votos contra lotes operó a través de líderes inter-barriales mestizos que lograron construir nexos de amistad con redes familiares de pobladores afrocolombianos que habitaban en Cinta Larga y en los terrenos de lo que hoy en día es El Pondaje. La pregunta sociológica que nos hacemos es la siguiente: ¿por qué se dio un fenómeno de segregación urbana socio-racial tan fuerte desde un comienzo y a lo largo del tiempo pareciera mantenerse este patrón de segmentación, con pocos cambios a pesar de ciertas mejoras en las condiciones residenciales de vida de sus gentes? Llama la atención que en el nuevo asentamiento El Retiro redes familiares del mismo lugar de origen hayan quedado en lotes próximos o cercanos, en inmediaciones de la misma cuadra o manzana-s. Aparentemente este fenómeno ha sido más usual en este barrio que en otros del Distrito de Aguablanca, lo cual puede tener que ver con mecanismos implícitos de segregación socio-espacial en los que jugaron los siguientes elementos: a) la acción del municipio con Invicali que seleccionó un terreno en condiciones residenciales de la peor calidad, muy similar al de la invasión anterior, sólo que se entregaba loteado y “legalizado”, para una población también pre-determinada, los residentes en Cinta Larga, en su gran mayoría afrocolombianos de la Costa Pacífica sur; b) por exclusión, los terrenos urbanizables para un sector de la población afrocolombiana, el compuesto por migrantes y sus descendientes con un menor capital escolar, social y patrimonial, en la ciudad y sobre todo en el Distrito de Aguablanca eran los que quedaban disponibles en términos de costos monetarios, o sea, los de peores condiciones residenciales, lo que es especialmente válido para los migrantes de la Costa Pacífica sur y de zona rural, predominantes en la invasión de Cinta Larga; c) una alta concentración de redes familiares y paisanos que ya habitaban en dicha invasión y que posiblemente su mejor opción en ese contexto era buscar una reubicación en lotes próximos; d) el papel de los liderazgos locales partidistas, más claro dentro del holmismo, en el enganche de votos contra lotes, a través de las redes conocidas de paisanos y familiares de la misma zona de origen del político, como antes se anotó. Hay que advertir que este programa de reubicación inicialmente se formuló como una propuesta de solución residencial habitable con servicios públicos terminados y subsidios de vivienda, pero que finalmente terminó entregándoseles a los pobladores terrenos enmalezados e inundables, sin ningún tipo de servicio público, sólo que ya estaban loteados en forma provisoria. Ante esta situación los pobladores de estos nuevos terrenos tuvieron que invertir gran cantidad de tiempo y dinero consiguiendo volquetas cargadas de escombros y tierra con las cuales pudiesen rellenar sus lotes y poder iniciar las construcción de sus viviendas43. La carencia de servicios públicos en el nuevo asentamiento llevó a que se construyeran aljibes, letrinas y lavaderos comunitarios por parte de la misma población. El abastecimiento de agua potable en el nuevo asentamiento se hacía a través de mangueras conectadas al antiguo barrio Unión de Vivienda Popular. Al igual que en el caso del asentamiento de Sardi esto afectaba la presión del agua para el sector donde estaba la conexión, y generaba obviamente conflictos entre la población de ambos sectores. La primera conquista en materia del agua potable consistió en la unificación de todas las mangueras por parte de los pobladores organizados para que llegaran hasta el lavadero publico del nuevo barrio. A este sitio era necesario madrugar, en ocasiones a las dos o tres de la mañana, para recoger agua y luego transportarla a las viviendas individuales, puesto que el bombeo era muy deficiente y la escasa presión solamente permitía que llegase en las mañanas y en ocasiones en la noche, pero nunca en horas de la tarde. El agua que recogían por este medio era dedicada a la preparación de alimentos, mientras que el agua de los aljibes era utilizada para el lavado del cuerpo y el uso sanitario. El manejo de los desechos orgánicos era a través de letrinas y canales que cavaron frente a sus casas por los cuales se depositaban todos los desechos e iban luego a desembocar al canal Cauquita. Para conseguir la energía eléctrica la población del nuevo barrio tuvo que esperar un mayor período de tiempo. En los primeros años se cocinaba con leña y el alumbrado doméstico se hacía mediante velas. Hacia 1983 los pobladores organizados lograron instalar cables piratas y se conectaron a la red de energía de la ciudad más próxima. mediante postes de madera extendieron los cables secundarios a las distintas cuadras, los cuales eran de diversos tipos y calidades. Los cables se obtuvieron vía donaciones o por aportes de los habitantes en forma fraccionada, hasta llevar la energía a todas las cuadras del barrio. Cada vivienda luego debía conseguir un cable para pegarse a la red pirata que llegaba a la calle respectiva. Hacia mediados de la década de los ochenta (1985-1987) el sacerdote católico alemán Alfredo Welker inicia un programa de educación escolar para los jóvenes de ambos sexos del barrio El Retiro, conjuntamente con una guardería. Ante la inexistencia del alcantarillado, el sacerdote impulsa la creación de un comité, el cual inicia la construcción del mismo en el barrio, mediante la autoconstrucción con el trabajo colectivo de los pobladores. El padre Welker, consigue recursos mediante la financiación de entidades alemanas católicas, lo que va a extenderse más adelante a los diversos programas que emprende el sacerdote en salud básica, educación, y generación de ingresos en El Retiro y barrios circunvecinos44. Con el propósito de abaratar costos para la construcción del alcantarillado el sacerdote pone en marcha una pequeña fábrica de tubos. En ella se da prelación al enganche de personas del barrio El Retiro vinculadas a actividades delictivas. El sacerdote pone en práctica el de un sueldo o jornal por día trabajado.
Sólo entre 1988 y 1990 las empresas municipales de la ciudad (Emcali) inicia un programa de extensión de las redes domiciliarias de acueducto, y la regularización de la energía eléctrica en 1991. También en la década del 90 se logra extender la recolección de basuras, una vez se amplían las vías y mejora la pavimentación de calles. Sin embargo, los asentamientos dentro del barrio y en su periferia que todavía son invasiones presentan todavía una situación deficitaria en cubrimiento de recolección, debiendo sus pobladores transportar las basuras hacia puntos externos en vías de acceso. Aunque en El Retiro también existe alguna población mestiza, ella se encuentra muy sectorizada, sobre todo en las manzanas con mejores condiciones de vida, más próximas a la calle 48, mientras que en los sectores y manzanas del barrio de peores condiciones residenciales, las cuales a su vez se van alejando de la calle 48, la concentración de la población afrocolombiana es generalizada, al igual que la gente procedente o con ascendientes de la Costa Pacífica sur, especialmente Tumaco45 . Es necesario advertir que según el testimonio de Orlando Quiñones46, quien llegó desde la primera etapa de la reubicación de la población que habitaba en Cinta Larga a los terrenos que hoy conforman El Retiro, una sector importante de las familias afrocolombianas a las que se les asignó lotes ya no residen en el barrio (según Quiñones, por lo menos un 50%), lo cual significa que se ha producido una dinámica de desplazamiento, al igual que en Sardi, de los migrantes de origen de municipios de población afrocolombiana que logran mejores condiciones de vida a través generalmente de una inserción laboral con mayores ingresos y alguna estabilidad, hacia otros barrios del Distrito de Aguablanca y del oriente socialmente menos estigmatizados47: El Vallado, Ciudad Córdoba, Mariano Ramos, la Unión de Vivienda Popular, El Poblado. Esto significa que hay una relativa alta circulación de residentes en el barrio, pero siempre entre miembros de una red o paisanos de la misma zona de origen. Los que se van dejan sus viviendas en alquiler o las venden a otras personas de las redes anotadas. Es posible, por ejemplo, que los nuevos residentes provengan de alguna de las invasiones dentro del barrio o periféricas al mismo, aunque también pueden ser migrantes recién llegados a la ciudad. Sin embargo, la población de migrantes antiguos, fundadores del barrio, sigue siendo importante, lo cual indica que para ellos sus posibilidades de movilidad social han estado bien limitadas, aunque muchos hayan podido lograr alguna diferenciación en el interior del barrio, en cuanto a la ubicación y las condiciones de sus viviendas. Los empleos de las mujeres mayores de 30 años, con escolaridad media de 5o de primaria, son similares a los encontrados en Sardi, preparación de alimentos y su venta ambulante (empanadas, papas, pescado frito, plátano frito, chontaduro cocido, etc.), al igual que la venta de frutas y pescado crudo. Es común la preparación de comidas típicas del pacifico que se conocen como “fritanga”, las cuales venden entre semana en las horas de la mañana y los fines de semana en el mismo barrio y barrios aledaños. También es sobresaliente la venta en las galerías o plazas de mercado y en los semáforos. Otro grupo de mujeres se dedican a planchar y lavar ropas a domicilio en los barrios de clases media-alta de la ciudad. Pero definitivamente los empleos más regulares y estables para las mujeres mayores de 30 años en El Retiro lo generan algunos de los programas sociales del sacerdote Welker: servicio de aseo en el colegio y centro de salud parroquial y demás dependencias de la parroquia, así como el trabajo en la guardería, de cuidado de los niños y preparación de alimentos para ellos. Otra fuente de ingresos es el desempeño como madres comunitarias en los Hogares de Bienestar Familiar del ICBF. Las mujeres menores de 30 años presentan una grave situación de desempleo debido a la reducción en la demanda de servicio doméstico en los últimos años, y la estigmatización del barrio, al ser considerado como zona roja, por eventos de delincuencia y violencia. Esta imagen negativa ha sido contraproducente, de tal manera que las personas de El Retiro, mujeres y hombres jóvenes, tienen menores opciones de enganche laboral en diferentes tipos de actividades. Sin embargo, para las mujeres jóvenes ha surgido como alternativa de ingresos la prostitución. En una menor escala aparecen empleos temporales, de empacadoras y de vendedoras en almacenes, en especial de ropa y calzado. Unas pocas mujeres con mayor nivel educativo, bachillerato o estudios postsecundarios, encuentran empleo como profesoras en el colegio parroquial. Los hombres mayores de 30 años se dedican en la actualidad a la venta de frutas y verduras en forma ambulante y modalidad estacionaria en las galerías, centro de la ciudad y los barrios populares, presentándose una fuerte competencia con las mujeres en la actual situación de recesión por los espacios de ventas de productos. Algunos trabajan todavía la construcción pero en actividades muy puntuales, en menor número en la fundición de planchas en el mismo barrio, empleos generados por las obras de mejora de viviendas dentro del barrio. Es frecuente en este barrio la presencia de grupos de hombres adultos que se asocian para poder ofrecer servicios de construcción tanto a personas particulares como a empresas de construcción, incluso en la situación de crisis que atraviesa esta actividad. Los hombres jóvenes, menores de 30 años, al igual que en todos los sectores pobres del Distrito de Aguablanca, son los más afectados por la escasez de empleos, debido a que no cuentan con experiencia laboral y su nivel de escolaridad promedio no supera el 4º y 5o de bachillerato, ya que se observa una alta deserción escolar en estos dos niveles para la población masculina. Esta situación explica que para un sector de jóvenes las actividades de rebusque bajo diversas modalidades de delincuencia constituyen la fuente principal de generación de ingresos. En cambio para los jóvenes que han culminado su bachillerato hay más opción de empleos temporales en empresas que los contratan por términos inferiores a 3 meses, ocupándose de trabajos como mensajeros, almacenistas, empacadores, etc. No obstante, en la situación actual estos empleos han descendido notoriamente. El programa social del sacerdote Welker, el Señor de los Milagros, ha enganchado a algunos jóvenes en micro empresas que se han constituido en el barrio, para trabajar ebanistería y soldadura, a partir de la demanda generada dentro del mismo barrio o circunvecinos. El colegio parroquial Señor de los Milagros ha permitido ampliar la cobertura para primaria y secundaria en El Retiro y otros barrios del Distrito de Aguablanca. Es el colegio privado con la mayor población estudiantil en el Distrito de Aguablanca y posiblemente en Cali, entre 9000 y 10000 alumnos, en todos los niveles de la educación básica (11 años), repartidos entre dos establecimientos ubicados en los barrios El Vergel y El Retiro48. Del colegio ya han salido por lo menos tres cohortes de bachilleres, mujeres y hombres, algunos de los cuales se encuentran haciendo estudios técnicos postsecundarios o del Sena y otros pocos han ingresado a universidades privadas y en menor número a la Universidad del Valle. No obstante, el sector de jóvenes cursando estudios universitarios aún es muy reducido y todavía es inexistente la presencia de profesionales y de personal técnico con estudios especializados entre los pobladores 49 . Existe una buena oferta a nivel de servicios de salud, debido a que está el Puesto de Salud del municipio, que cuenta con consultorios médicos y laboratorios, al igual que el servicio médico del programa social del sacerdote Welker, el cual comprende un consultorio con personal médico y de enfermeras alemanes, más servicios odontológicos y de laboratorio y toma de ecografías. En este segundo consultorio se le entrega droga a los pacientes. Para casos más graves la primera opción es el centro hospital Carlos Holmes Trujillo, localizado en El Poblado. La cobertura de la población por el POS (programa obligatorio de salud), ya sea mediante entidades de salud tipo EPS y administradoras del régimen subsidiado, es inferior al 20%. Una mayor cobertura existe a través del Sisben pero todavía queda por fuera una buena parte de la población, de ahí la importancia que tiene el servicio de salud directamente organizado y manejado por el sacerdote Welker, a través del cual se alcanza un mayor cubrimiento. En forma similar a Sardi en el barrio El Retiro son comunes las prácticas populares de salud, particularmente las de tradición de Costa Pacífica. Son frecuentes los tratamientos para el “mal de ojo”, manejo de “envidias” y el uso de técnicas de limpieza y rituales de riego para combatir la mala suerte. La mayor parte de los partos ya son hospitalarios, lo cual indica una diferencia con Sardi, por una mayor incidencia del sistema de salud, tanto público como el ofrecido por el consultorio social del sacerdote Welker, aunque todavía operan las comadronas en el manejo de dolencias que acompañan el embarazo o para producir su interrupción. Para la población de El Retiro, al igual que en Sardi, las calles del barrio son el escenario más importante de sociabilidad, al punto que la crianza de los niños y en general la socialización de los jóvenes se desarrollan allí. Esto está relacionado con el hecho de mantenerse abiertas las puertas de las casas en el día y una parte de la noche, entrando y saliendo las gentes del mismo vecindario. En la calle abundan los juegos de dominó, cartas, bingo y todo tipo de acciones espontáneas de encuentros, como lo es el sentarse a conversar con los amigos, el hacer bromas de los hechos cotidianos y el pensar el mundo a partir de lo que la gente está viviendo50. Son frecuentes las fiestas y rumbas en las casas, como también hay participación en los bailes que se hacen en diferentes espacios abiertos o locales en el barrio y en barrios vecinos. El Retiro es otro de los barrios en el Distrito de Aguablanca que cuenta con una peluquería “afro”. En forma similar a las peluquerías afro de Charco Azul y Villa del Lago los jóvenes se encuentran en estos sitios no sólo para cortarse el cabello con los últimos estilos “afro”, sino para escuchar música (reggae, rap, salsa, las más frecuentes) y conversar sobre asuntos cotidianos. Tal vez conforman uno de los espacios más visibles de afirmación de identidad entre jóvenes negros. Las peluquerías afro se caracterizan además por ofrecer una escenografía de afiches o pósters alusivos a deportistas negros americanos, cantantes de reggae, o líderes del movimiento negro en los Estados Unidos. En El Retiro los jóvenes alternan la práctica de danzas de ritmos tradicionales del Pacífico, currulao, con la del reggae, el rap y la salsa. Este fenómeno es común a los asentamientos en el Distrito de Aguablanca donde hay fuerte presencia de población afrocolombiana. Igualmente todavía se celebran chigualos y se cantan alabaos durante la velación de personal adulto. Hay un predominio religioso católico gracias a la presencia del sacerdote Welker, pero ya han aparecido cultos evangélicos en los últimos cinco años, con una relativa masiva participación en los días de culto. Se observa una percepción negativa discriminante de los pobladores de barrios vecinos y en general del conjunto de la ciudad frente a la población de El Retiro. Hay así una percepción y autopercepción de “ghetto”, que se apoya en la estigmatización a las personas que viven en el barrio. Sus habitantes, en especial los jóvenes, son catalogados como “delincuentes” que atentan contra la vida y la tranquilidad de la población de los barrios vecinos, en especial El Vallado, Ciudad Córdoba, Mariano Ramos, la Unión de Vivienda Popular, Antonio Nariño, casi todos barrios populares con una población más educada y una mejor inserción sociolaboral, además con viviendas terminadas e infraestructura urbana consolidada. Por otro lado, existe un problema de violencia que se presenta entre grupos de jóvenes de los diferentes sectores de El Retiro y los del barrio El Vergel, manifiesta en una vieja rivalidad por control territorial, lo que ha conllevado a muertos de uno y otro bando.

HISTORIA ASENTAMIENTO DE SARDI

Sardi El asentamiento subnormal34 llamado Sardi surgió bajo la modalidad de invasión en el año de 1970, de antiguos terrenos colindantes con la laguna de Charco Azul dedicados en los años 60 al cultivo de millo35. Los invasores eran en su mayor parte oriundos de Tumaco y Buenaventura, algunos de ellos migrantes que habían llegado a Cali después de 1965, o sea, se trataba de migrantes recientes para esa época, alojados transitoriamente en casas de familiares o paisanos en algunos barrios cercanos, especialmente Puerto Mallarino, en donde una buena cantidad de ellos pagaban alquiler. Las casas construidas en ese entonces eran de madera y guadua, con techos de plástico y cartón, piso de tierra, y sin ningún tipo de servicios públicos. La invasión construyó lavaderos y baños comunitarios, con vertimiento de aguas hacia la laguna de Charco Azul. Continuos enfrentamientos con la policía se dieron entre 1970 y 1973, con destrucción de las viviendas, gentes heridas y algunos muertos de los mismos invasores, debido a solicitud de desalojo de parte de la familia Borrero, propietaria de las tierras colindantes con la laguna de Charco Azul y de los cultivos allí sembrados. Los pobladores a pesar de los continuos desalojos al siguiente día de los mismos volvían a poner en pié sus precarias casas. En 1973 aparece el personaje Octavio Sardi, político conservador y concejal de la ciudad, quien a cambio de votos logra retirar la represión policial y ofrece un plan de reubicación en el mismo espacio a un grupo de pobladores. Eso sí, sin servicios públicos y utilizando los anteriores espacios con el objetivo de poder ofrecer a otros pobladores, con los que él tenía compromisos electorales, un lote. La intervención del político conservador si bien permitió definitivamente consolidar la invasión, trajo como consecuencia un crecimiento significativo de ella a partir de 1973. Las vinculaciones electorales de Sardi con población negra ubicada en diversos barrios populares que también pagaba alquiler y otro sector de población mestiza e indígena migrante de la región caucana-nariñense de procedencia rural van a ampliar el asentamiento inicial. Sin embargo, Sardi siempre ha mantenido su carácter de antigua “invasión” y por lo mismo, los terrenos nunca han podido ser legalizados. Hasta finales de los años 80 existía en este asentamiento sobre un antiguo caño que desembocaba en la laguna de Charco Azul, zona oriental del barrio, un conjunto de viviendas en la modalidad de palafitos construidas a la orilla del caño. En esta parte del barrio se concentraban los migrantes más recientes que no pudieron ubicarse en otra zona del asentamiento. Este sector, en condiciones más deterioradas que otros, fue finalmente reubicado entre 1980 y 1983 en el barrio Mojica. A raíz de la intervención del personaje en el asentamiento, éste lleva como nombre el apellido del político desde mediados de los años 70. La presencia de dicha figura sin embargo, no conllevó a que las condiciones residenciales en el asentamiento mejorasen, por el contrario, se incrementó el hacinamiento agravado por la carencia de servicios públicos, amén que los terrenos hasta hoy en día no son adecuados para fines de vivienda. Esto ha representado que para la población allí localizada sea imposible la construcción de vivienda en materiales adecuados debido a la situación de extrema precariedad del área residencial aunado a la no legalización de los terrenos, hasta la fecha clasificados como área subnormal. Por iniciativa de los propios pobladores se inicia hacia mediados de los años 70 la instalación de algunos servicios públicos en forma pirata como la energía, a través de un tendido de cables traído más tarde desde el barrio Marroquín I36. El servicio de agua era abastecido en la primera etapa de la invasión mediante baldes para la preparación de alimentos y el lavado de ropas, transportados desde el barrio Siete de Agosto, del cual se hizo antes una descripción. Luego instalarán en 1980 mangueras conectadas en forma pirata a la red del acueducto, también en este último barrio, hasta los lavaderos y baños colectivos que servia como espacio de encuentro entre las personas del asentamiento en especial entre las mujeres que permanecían la mayor parte del día en estos lavaderos públicos. Esto acarreaba serios enfrentamientos entre los pobladores de los dos sectores, puesto que la presión del agua era demasiado baja y llegaba a los lavaderos y baños públicos que la comunidad había instalado, afectando a la población del barrio Siete de Agosto, donde estaba conectada ilegalmente la manguera principal. La evacuación de excretas y aguas residuales siempre ha sido a través de la laguna de Charco Azul hacia la cual antes se vertían y todavía un sector vierte todos los desechos. Aunque ya hay algunas construcciones en cemento y ladrillo, todavía la gran mayoría de las edificaciones en Sardi son en madera en la actualidad, con aditamentos de hojas de zinc, cartones, tejas de barro. Los pisos son de cemento, si bien algunas viviendas conservan piso de tierra. Las viviendas se encuentran ordenadas a lo largo de callejones estrechos que conforman laberintos en ele y sin salida en los que no pueden transitar vehículos, sin conformar en las agrupaciones de grupos de viviendas el modelo de la manzana estándar. Todavía las viviendas se proveen de energía eléctrica bajo modalidades piratas, así como la conexión a la red de acueducto de la ciudad. La recolección de basuras no se realiza dentro del asentamiento sino que ellas deben ser transportadas por los pobladores a puntos de acceso de los carros en Charco Azul. La historia del asentamiento de Sardi ha estado atada a la del barrio Charco Azul, ya que en cierto modo es el área más pobre contigua a este barrio, con excepción de algunos sectores como La Pajarera, dentro de Charco Azul. Con unos pocos años más viejo que Sardi, finales de los años 60, Charco Azul fue un barrio que vivió procesos muy similares a los de Sardi, pues también su historia está vinculada a una invasión de tierras, pero con una negociación de terrenos y su legalización más tempranas, pero además porque los terrenos donde se construyeron las viviendas permitieron una relativa mejor conexión de los servicios públicos. Esto favoreció que una extensa parte del barrio Charco Azul haya tenido un trazado relativamente más ordenado y sobre todo un acceso más importante a servicios públicos. En materia de poblamiento los migrantes del Pacífico (Nariño, Cauca) y una parte de la región andina son los mayor peso demográfico en este barrio, presentando por ello una similitud socio-racial con Sardi. La relación entre Charco Azul y Sardi no sólo se debe a la contigüidad geográfica sino al hecho que durante un largo período de la historia de ambos asentamientos han compartido los servicios públicos bajo modalidades piratas, utilizando las mismas fuentes de conexión. Otro factor de integración entre estos dos sectores tiene que ver con los nexos de parentesco entre pobladores de ambos sectores, principalmente debido a que mucha gente en Charco Azul fue la que dio aviso a familiares y paisanos acerca de los terrenos que estaban para invadirse en los terrenos de lo que ha sido Sardi en la primera etapa de la invasión y luego en períodos sucesivos hasta la fecha. Por otro lado, también antiguos pobladores de Sardi al lograr una cierta movilidad social que les significó una posibilidad de ingresos para comprar un lote o una vivienda en proceso ubicada en Charco Azul, luego vendían o alquilaban su vivienda que habitaban en Sardi, o sencillamente la cedían a otros familiares o paisanos que habían llegado a Cali. Existe además una relativa similitud de procesos entre Sardi y Charco Azul, a pesar de una importante diferencia relacionada con la evolución del asentamiento –el primero aún una invasión en una zona sometida a inundaciones y dificultad de extensión del servicio público de alcantarillado, porque los terrenos sobre los que está levantado siempre han presentado un mayor riesgo por su contigüidad con la laguna, el segundo, un asentamiento legalizado y con unas mínimas condiciones urbanas o en proceso -, que permite visualizar a ambos sectores como una misma zona urbana. Esto quiere decir que no obstante las fuertes diferencias en sus infraestructuras físicas y los dos tipos de legalidad ante la municipalidad y los reglamentos de ocupación urbana, las problemáticas sociales de los dos barrios son muy parecidas. También esto significa que en términos de discriminación desde el exterior, por otros barrios cercanos y en general el conjunto de la ciudad, los dos asentamientos son marcados como un mismo territorio “peligroso”. La permanencia hasta la fecha, después de casi 30 años, de la invasión de Sardi en condiciones residenciales de alto hacinamiento, precariedad de los servicios públicos y predominio de la madera y otros materiales provisionales en las viviendas, para una población en su casi totalidad afrocolombiana, con numerosas redes familiares procedentes de Tumaco, especialmente de la zona rural del municipio, tiene que ver con el flujo de migrantes pobres de la Costa Pacífica sur que en los últimos cinco años todavía sigue importante. Sin embargo, desde 1993-1995 ya no es posible en Sardi construir nuevas viviendas en terrenos de invasión porque el espacio disponible ya está copado, en cambio sí se da el fenómeno de compartir las viviendas con los recién llegados, familiares o paisanos de la misma zona de origen, sin que por eso pueda hablarse de modalidades de alquiler e inquilinato sino más bien de formas diversas de colaboración en la olla en común. Esta presión poblacional explica en parte la permanencia del asentamiento, al lado de factores como la pobreza de sus habitantes y la imposibilidad de legalización de los terrenos que hacen poco viable mejorar las viviendas y la infraestructura del asentamiento. También hay que tener en cuenta que la permanencia de la “invasión” y su no completa reubicación, a pesar de la precariedad residencial, está relacionada con la carencia de importancia de esos terrenos en términos comerciales, de construcción de vías u otra clase de obras públicas, ya sea para la administración municipal o para grupos de intereses privados capitalistas. Las propuestas de reubicación están asociadas a las campañas electorales, las cuales una vez terminan pierden importancia, además de que en los diferentes programas de traslado los pobladores deben comprar el lote sin reconocimiento de la vivienda en uso, lo que se convierte en un obstáculo para su viabilidad. Estos factores explican la permanencia hasta el presente de invasiones como Sardi en otras zonas del Distrito de Aguablanca, entre cuyas características está la sobreconcentración de población afrocolombiana 37. La particularidad de Sardi es que se trata de la invasión que aún existe de mayor antigüedad entre las áreas de poblamiento posteriores a 1969. En Sardi se encuentran, por una parte, pobladores antiguos, primeros fundadores desde 1970, migrantes procedentes del Pacífico sur, con la red familiar que han conformado entre miembros que habitaban en el área de origen o paisanos cercanos que fueron llegando paulatinamente y los nuevos miembros descendientes de los anteriores pero nacidos en Cali, además de otros miembros procedentes de otras regiones de población afrocolombiana en relaciones de unión con cualesquiera de los anteriores. Estos primeros pobladores no han podido desplazarse residencialmente hacia otros barrios del Distrito de Aguablanca y del oriente de la ciudad porque sus condiciones de movilidad social ascendente hasta el presente son muy reducidas. Por otro lado, están los migrantes más recientes, escalonados a lo largo de la historia del asentamiento, llegados algunos de otros barrios de la ciudad y por lo tanto con un tiempo previo de residencia en ella, pero también un buen número que arribó directamente de las zonas de origen, entre ellas de áreas rurales del Pacífico sur. Sin embargo, Sardi ha sido también un espacio residencial transitorio para muchos de sus antiguos moradores, migrantes del Pacífico sur y de otras zonas de población afrocolombiana, quienes hoy en día viven en Charco Azul, Marroquín I y II, El Poblado o Mojica. Ellos han sido los migrantes con alguna movilidad social y con relación a los que se quedan o no han podido salir y los que apenas han llegado en los últimos años, los menos pobres. Se trata por lo tanto de un territorio con una alta movilidad espacial de llegada y salida de población, incluso muy recientemente. Una situación similar sucede en Charzo Azul38 . Las ocupaciones más comunes en Sardi en la actualidad para las mujeres mayores de 30 años son la venta de frutas, verduras y todo tipo de ventas ambulantes en diversos barrios de la ciudad y en algunas plazas de mercado (Santa Helena y La Floresta).Otra manera de generar ingresos, sobre todo a raíz de la actual crisis, es la venta de comidas fritas. Los fines de semana se ofrecen empanadas, papas rellenas y demás frituras, al igual que en las mañanas ha aumentado considerablemente la venta de arepas y buñuelos. Aunque el empleo doméstico, bajo la modalidad de “interna” o al día, sigue siendo importante en el barrio, debido a la situación económica actual de la ciudad la gran mayoría de las patronaos de clase media y clase alta han disminuido la utilización de mano de obra en el servicio doméstico, reduciendo casi siempre el número de días contratados y suprimiendo la empleada del servicio “interna”. Esto ha conllevado a que esta ocupación, muy importante antes de la crisis económica, haya pasado a convertirse en una segunda opción (bajo la modalidad de trabajo al día una o dos veces por semana) para muchas mujeres del barrio. En este oficio lo más usual son labores semanales con menor número de jornadas de lavado y planchado de ropa a domicilio en hogares de clases medias y altas de la ciudad. La disminución del empleo en el servicio doméstico ha sido más grave en el caso de las mujeres jefes de hogar en un barrio como Sardi, con muy bajos niveles de escolaridad (promedio de 5 años para mujeres de más de 30 años) de las cuales depende todo o casi todo el ingreso familiar. Las mujeres menores de 30 años atraviesan una situación de desempleo aún más difícil, a pesar de un ligero mayor nivel de escolaridad, 2 a 3 de bachillerato. Los principales empleos para ellas en los años 1997 y 1998 han sido de asalariadas en ventas de comercio minorista en períodos de temporada, o como impulsadoras de productos puerta a puerta, y el servicio doméstico al día, aunque esta actividad ha perdido demanda como se comentó antes, pero en el caso de las mujeres menores de 30 años su opción es más reducida porque en este mercado de trabajo se prefiere a mujeres de más edad. Los hombres mayores de 30 años en un barrio como Sardi, con niveles de escolaridad promedios de 5 de primaria, han estado más directamente vinculados a las labores de construcción. Sin embargo, debido a la grave crisis que enfrenta este sector en los últimos 3 años se han visto obligados a acudir a las ventas ambulantes de frutas, verduras, agua en los semáforos, dulces y galletería, utensilios de cocina o una miscelánea de mercancías de circuitos de contrabando o productos diversos a través de redes de distribución informales en las calles, compitiendo con los jóvenes del mismo barrio o de otros asentamientos similares quienes antes tenían una mayor presencia en este mercado de trabajo. Los hombres menores de 30 años en Sardi, con una escolaridad similar a la de las mujeres (2o-3o de bachillerato), presentan una situación de alto desempleo, aunque para las mujeres en el mismo grupo de edad es más grave por haber menos opciones. Antes de la actual recesión la gran mayoría de los jóvenes estaban vinculados a la construcción, iniciando sus trayectorias laborales como ayudantes de construcción, si bien había un sector dedicado a actividades diversas de rebusque relacionado con ventas ambulantes de los productos más diversos en pequeña escala minorista o una variedad de actividades delictivas (robos y atracos en espacios urbanos cercanos al barrio). Pero también habían – y se conserva aunque en menor escala por la crisis- empleos temporales en empacado de productos en medianas y pequeñas empresas en Yumbo y en la zona industrial de Cali (sector de Acopi). En Sardi no existen colegios públicos ni privados, por esta razón la atención escolar más próxima, en los niveles de primaria y secundaria, se encuentra en Charco Azul y Siete de Agosto, compitiendo fuertemente con la población escolar de estos dos barrios. Esto significa que posiblemente se presenta una baja cobertura escolar en la educación media por la existencia de cupos reducidos que ofrecen los centros educativos, los cuales no alcanzan a cubrir ni siquiera el 50% de la población infantil en edad escolar39. La situación es más difícil al no existir colegios de bachillerato públicos ni privados en Charco Azul, por lo cual la presión por cupos en Sardi y Charco Azul se dirige hacia el Siete de Agosto, Marroquín I, Andrés Sanín y Ulpiano Lloreda, donde sí operan colegios de bachillerato. Debe advertirse que sólo opera un colegio secundario público en el Siete de Agosto, y los centros privados son demasiados costosos para los reducidos ingresos de la población40. La única opción real de educación media es la que presta el colegio privado parroquial el Señor de los Milagros41. La mayor parte de los jóvenes de Sardi que estudian bachillerato lo hacen en este plantel. No hay estudiantes universitarios de Sardi, ya sea de universidades privadas o de la Universidad del Valle. Sólo algunos estudiantes o egresados de centros de educación postsecundaria, en el Sena y la mayor parte en entidades privadas. Sin embargo, en el caso del Sena se trata de la modalidad de cursos cortos, es decir, no hay hasta el momento egresados o estudiantes en las modalidades de programas de aprendizaje o estudios técnicos y tecnológicos. La única oferta de servicios de salud disponible para la población de Sardi es la del sistema publico. El Puesto de Salud más cercano y disponible es el de Charco Azul. Para efectos de exámenes de laboratorio y una atención de nivel II en materia de salud la población de Sardi recurre al Centro de Salud de Puerto Mallarino, y a los hospitales Carlos Holmes Trujillo (ubicado en el barrio El Poblado) y Joaquín Paz Borrero (barrio Alfonso López II), y en casos más graves son remitidos al Hospital Departamental o al San Juan de Dios (nivel III). La mayor parte de la población de Sardi no cuenta con la afiliación al régimen subsidiado de Salud Sisben, y mucho menos existen personas vinculadas al Seguro Social o alguna EPS. El recurso a las prácticas populares de salud es frecuente en Sardi para resolver los problemas cotidianos de salud que enfrentan los hogares. En estas prácticas se manejan conocimientos de diagnóstico y terapia comunes a los de la Costa Pacífica, aunque hay cruces con otros del suroccidente andino. Es frecuente el recurso a la lectura del tabaco y las cartas, los rituales de limpieza del cuerpo, las viviendas y otros objetos. Entre las enfermedades émicas más sobresalientes está el “mal de ojo”, particularmente en la población infantil. En Sardi –incluso en Charco Azul- todavía se encuentran mujeres en edad fértil con partos atendidos por comadronas o parteras en sus propias viviendas. Este fenómeno era más frecuente 10-15 años atrás, lo cual indica que tiende a disminuir pero no dejan de presentarse casos, sobre todo entre mujeres migrantes recientes de procedencia rural. Aunque las comadronas en la atención del parto a domicilio han perdido demanda por la mayor importancia que tiene el parto hospitalario, aún desempeñan un papel en estos dos barrios en el seguimiento del embarazo y se constituyen en un recurso obligado para la interrupción de embarazos y producción de abortos en condiciones riesgosas. La calle es el espacio más importante de sociabilidad en Sardi y por extensión en Charco Azul. Un indicador de este tipo de relación son las puertas de las casas abiertas durante la mayor parte del día y un buen tiempo en la noche, entrando y saliendo los residentes de una misma cuadra a las viviendas de diferentes hogares para realizar múltiples actividades domésticas y extradomésticas. Son frecuentes las actividades deportivas en la calles, también los juegos tradicionales entre vecinos y amigos (cartas, dominó, el juego de bingo). Un espacio de sociabilidad entre los jóvenes hombres son las dos peluquerías “afro”, una en Villa del Lago y la segunda en Charco Azul, sitios frecuentados por muchachos de Sardi, que a la vez interactúan con los de los otros dos barrios. En estos espacios no sólo se corta el cabello de acuerdo a la moda, tomada de los patrones de consumo de la población juvenil negra americana, sino que operan como sitios de encuentro, de opiniones sobre música y otros temas relacionados con las vivencias de una comunidad imaginaria afrocolombiana. En Sardi y Charco Azul aún son frecuentes los alabados y los chihualos como parte de la funebria de adultos y niños, lo cual expresa el peso demográfico y cultural de la población procedente de la Costa Pacífica. Sin embargo, hay una expansión notoria de las iglesias protestantes en sus modalidades de sectas evangélicas. En los dos barrios hay presencia de grupos de danzas folclóricas ligadas a la tradición musical de la Costa Pacífica. Al mismo tiempo está generalizada en los jóvenes la cultura del hip hop, con manifestaciones de grupos de rap. Es de uso corriente que los jóvenes de ambos géneros bailen indistintamente currulao, rap, salsa, y algunas veces reggae. Es importante anotar finalmente que los grupos organizados en Sardi, de niños y jóvenes, mujeres, tercera edad, participan activamente en el Centro de Desarrollo Comunitario de Charco Azul, y que algunas organizaciones locales de Charco Azul están también conformadas por personal de Sardi.

Tomado de DINÁMICA DEL POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LOS ASENTAMIENTOS POPULARES CON POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA EN EL ORIENTE DE CALI por Fernando Urrea Giraldo y Fernando Murillo Cruz

miércoles, 5 de julio de 2017

HISTORIA DE LA UNION DE VIVIENDA POPULAR Y BARRIO MARIANO RAMOS

La Unión de Vivienda Popular y el barrio Mariano Ramos Hacia 1962 un nutrido grupo de migrantes recientes, tanto de la Costa Pacifica como de otras regiones del país, inician la invasión de terrenos ubicados al lado en donde hoy queda ubicada la fábrica de Colgate Palmolive (carrera 1 con calle 40). Dicha invasión no duró mucho tiempo porque la policía desarrolló un operativo de desalojo de estos terrenos, acción en la cual murió una mujer, a causa de disparos propiciados por la policía, puesto que los pobladores ofrecieron una fuerte resistencia al desalojo. A raíz de ello un buen grupo de invasores se ubican en otra zona, que hoy día forma parte de la comuna 16, donde construyeron sus viviendas. Después de un tiempo y debido a la presión de los pobladores invasores y los antecedentes del desalojo de la anterior invasión se inicia un proceso para alcanzar algún arreglo con los dueños de las tierras y permitir la asignación de estos lotes a estas familias. La población se organiza mediante un comité de vivienda al cual llamaron Unión de Vivienda Popular, el cual tenía su sede en una caseta construida de madera, que denominaron caseta Juana María Garcia en memoria de la mujer asesinada en el primer intento de invasión28 . En el año de 1963 los pobladores empezaron a construir sus viviendas en piso de tierra, con guaduas, esterillas y todo tipo de madera al igual que cartones y materiales desechables, y techos de plástico en terrenos inundables, como todos los del oriente de la ciudad, en lo que inicialmente se llamó antigua Unión de Vivienda Popular29. O sea, los terrenos que conforman en la actualidad la comuna 16 era sólo un gran asentamiento llamado Unión de Vivienda Popular, y a partir de 1969 se inició el proceso de división en los barrios República de Israel, Unión de Vivienda Popular, Antonio Nariño y Mariano Ramos. Esta división surge a partir de una serie de problemas administrativos originados por el tamaño del barrio Unión de Vivienda Popular. Los pobladores de un sector deciden dividirse del resto de la Unión, tener su propia junta da acción comunal, por lo que se le dió el nombre de Mariano Ramos 30. Pero al igual que en el conjunto del oriente de la ciudad los terrenos fueron entregados a sus nuevos dueños sin ninguna clase de servicios públicos y en zonas también inundables y cubiertas de pastizales. Como en el Siete de Agosto y las etapas del Alfonso López los pobladores de la época comenzaron la brega de obtener servicios públicos. Se cavaron aljibes en las casas para obtener agua, aunque no era apta para el consumo humano por lo que el agua potable era compraba a vendedores que la transportaban en carretillas y la ofrecían por baldes a las casas. Posteriormente se organizó un comité que se encargara de gestionar el agua a través de la instalación de una pila en Puerto Rellena, sitio en donde había que hacer grandes filas, en el barrio que hoy se conoce como Villa de Sur y anteriormente llamado Periquillo. Como no existía alcantarillado la población cavaba largas chambas hasta llegar al caño donde desembocaban las aguas residuales para así evitar inundaciones. De este modo se construyó un sistema artesanal de alcantarillado. La población vivió mas de tres años sin energía eléctrica y abasteciéndose de leña para cocinar los alimentos y velas para alumbrar sus hogares en las noches. Luego, el mismo comité del agua se encarga de proponer que la solución más rápida consistía en conectarse a la red de energía en forma pirata, pegándose al poste más cercano31 . No es sino hasta 1968 que la población logra presionar para la instalación de los servicios de energía en los hogares del futuro barrio Mariano Ramos. Esto es el resultado de la negociación de votos versus servicios públicos en el área a través del partido liberal. A través de este mecanismo la población del barrio logró posteriormente la instalación de las redes del acueducto y alcantarillado en sus viviendas. A pesar de la historia de su creación como una invasión que se negocia con los antiguos dueños de los predios en una zona no urbanizada para la época, Mariano Ramos termina al cabo del tiempo en un barrio que alcanza una situación económica estable para una buena parte de los hogares que allí residen. La principal razón de esta evolución favorable de las condiciones de urbanización y en general de vida de este barrio tiene que ver con el tipo de empleos a los que accedieron sus pobladores, entre las décadas del 70 y 80, con un patrón de asalariamiento más o menos estable muy similar al presentado en el caso del Siete de Agosto. Esto explica que este barrio y otros de la comuna 16 se conformen como asentamientos populares que logran urbanizarse en forma relativamente terminada, al lado de una mejoría notable de las viviendas por autoconstrucción. Pero un factor adicional muy importante fue la conexión vial al conjunto de la ciudad, desarrollada desde la década del 70, al tiempo de una pavimentación de calles y construcción de diversas obras de infraestructura e inversiones sociales, todo ello parejo al aporte electoral que hacían sus pobladores a los candidatos al concejo de la ciudad, particularmente de las fracciones del partido liberal correspondientes al balcarcismo y al holmismo. En realidad lo que a lo largo de las décadas del 70 y 80 va a conformarse como la actual comuna 16, la antigua Unión de Vivienda Popular, se fue transformando en un área residencial que poco a poco perdía su carácter inicial precario gracias a su transformación en barrios populares más o menos integrados al conjunto de la ciudad con una buena participación de población trabajadora asalariada y además con una creciente participación de capas populares de profesionales y técnicos con ingresos superiores a los dos o tres salarios mínimos, al igual que lo observado en el Siete de Agosto, con la excepción notable del barrio Antonio Nariño cuyas características urbanísticas, socioeconómicas y socioraciales lo hacen más cercano al patrón urbano del Distrito de Aguablanca32 . No obstante que la población de Mariano Ramos es altamente mestizada se observa una población negra-mulata proveniente de Buenaventura y del Choco, y en menor grado de la Costa Pacifíca nariñese y caucana, de migrantes llegados a Cali después de los años 50 y sus descendientes nativos de segunda, tercera y hasta cuarta generación, en algunos casos. Este patrón es más o menos semejante para los actuales barrios la Unión de Vivienda Popular y República de Israel, aunque en el barrio Antonio Nariño hay un mayor peso socio-racial de la población negra y ya es posible observar más presencia de población afrocolombiana de la Costa Pacífica nariñense y sus descendientes nativos. En términos geográficos en la comuna 16 se registra una especie de distribución en la concentración de la población afrocolombiana entre dos barrios, Mariano Ramos versus Antonio Nariño, de una mayor dispersión a una mayor concentración, con dos barrios intermedios, la Unión de Vivienda Popular y el República de Israel. Esta variación socio-racial en el ámbito de la geografía de la comuna 16 también se corresponde aproximadamente con diferenciales urbanísticos de las calles y viviendas y socioeconómicos de los hogares. En Mariano Ramos las mujeres mayores de 30 años en una amplia mayoría no están en el mercado de trabajo, dedicándose todavía a actividades del hogar y al cuidado de los niños. A diferencia de otros barrios en pocos casos estas mujeres están dedicadas a ventas de comestibles y artículos de lencería, papelería y utensilios para el hogar dentro de sus casas, a domicilios o en un local dedicados a las ventas. Lo cierto es que la mayor parte de los hogares son aún sostenidos en su mayor parte por hombres. En cambio, las mujeres menores de treinta años sí tienen una masiva participación en el mercado de trabajo, dedicadas a oficios de asalariadas en empresas medianas y grandes en las cuales ocupan cargos de secretarias, asistente o contadoras, vendedoras de mostrador y en pocos casos en oficios varios en el área de aseo a oficinas, para las de menor escolaridad. Pero la mayor parte de estas mujeres, en especial las menores de 25 años, se dedican a estudios de secundaria o universitarios. Los empleos masculinos para mayores de treinta años se concentran en labores de obreros y supervisores de grandes empresas como Cartón Colombia, Colgate Palmolive, Lloreda Grasas, entre otras, con ingresos superiores a los dos salarios mínimos y en ocasiones hasta tres y cuatro salarios. También es un barrio con un sector de personas jubiladas, de empleos públicos y privados. Por eso mismo es posible encontrar hombres con edades cercanas a los 30 años o ligeramente por encima de esta edad que alcanzaron a ser enganchados, antes de la década del 90, en empleos en las mismas empresas donde antes trabajaban sus padres, hoy en día jubilados 33. Tampoco es despreciable la población laboral de profesionales y técnicos, en su mayoría asalariada, aunque también hay profesionales independientes. En su conjunto la población masculina mayor de 30 años es por lo general jefe de hogar. Por el contrario, al igual que en otros barrios populares los menores de treinta años trabajan en empleos temporales como asalariados de alguna empresa o como vendedores, ya sea de puerta a puerta o en mostrador. Cabe anotar que a pesar de existir gran cantidad de desempleados en este barrio las opciones de conseguir empleo son menos desfavorables, en términos comparativos con otros barrios populares, sobre todo por los mejores niveles de escolaridad que ofrece este barrio. Mariano Ramos presenta un buen nivel de escolaridad debido a que la comuna 16 tiene una amplia oferta de servicios educativos a nivel de escuelas y colegios y los hogares cuentan con mejores ingresos para matricular a sus alumnos en colegios privados de mejor calidad que los existentes en el Distrito de Aguablanca y otras comunas del oriente de la ciudad (6 y 7). La mayor parte de los jóvenes de 18 y más años son bachilleres o están terminando su bachillerato. A pesar de la alta deserción escolar masculina que se presenta también en este barrio, la escolaridad completa hasta el nivel 11 es más generalizada en Mariano Ramos que en otros barrios del oriente de la ciudad, con excepción de Ciudad Córdoba y algunos otros barrios del Distrito de Aguablanca (Villa del Lago, Calipso, El Vallado), que ofrecen condiciones similares. También registra una población de mujeres y hombres egresada de las universidades o haciendo alguna carrera en la Universidad del Valle y otros centros de educación superior. Es abundante la población juvenil estudiando en centros postsecundarios de carreras intermedias. Mariano Ramos cuenta con un servicio de salud publica al que acuden la mayor parte de las personas del barrio. El servicio se apoya en un puesto de salud que está ubicado en el barrio y un centro de salud en el barrio aledaño de Unión de Vivienda Popular. Aunque existen muchas personas vinculadas a alguna EPS o al seguro social, o a modalidades de medicina prepagada, podemos encontrar gran cantidad de personas de este barrio beneficiarias del programa de salud subsidiada del Sisben. De todas maneras las prácticas populares de salud se mantienen vigentes en algunos aspectos relacionados con maleficios y el mal de ojo. Funcionan todavía algunas parteras, las cuales no practican partos sino que son utilizadas para el control de embarazo. Desde hace ya varios años atrás todos los partos son hospitalarios. En Mariano Ramos la sociabilidad de vecindad es mucho menor que en otros barrios populares del oriente de la ciudad, aunque la calle sea el principal escenario de sociabilidad de los grupos de pares entre la población joven, al igual que en los diferentes barrios populares y de clases medias bajas. Dentro de este barrio se encuentra el espacio de recreación más amplio de la comuna 16, dotado con más de cuatro canchas de fútbol y baloncesto, en donde acude la población a practicar deporte tanto de manera formal como informal, a través de torneos o partidos amistosos. Los espacios de socialización a través de la música se desarrollan en este barrio a través de los llamados toldos, en donde jóvenes de diversos sectores populares son convocados entorno a la música y el baile de la salsa. Son frecuentes las fiestas o rumbas en las viviendas, a las que se asiste pagando la entrada. Diversas variantes del hip hop, a través del rap y el reggae, son consumidas entre la población juvenil, existiendo grupos que cantan y bailan este género musical. En este tipo de consumos culturales la participación de los jóvenes negros, mujeres y hombres, es destacada, al lado de la población mestiza. Las relación con los demás barrios de la comuna 16 es relativamente aceptable, teniendo en cuenta que todos los barrios presentan una igual antigüedad, y que existen condiciones urbanísticas y socioeconómicas similares, con excepción del barrio Antonio Nariño, más percibido por la población del Mariano Ramos y de los otros dos barrios de la comuna 16 como una continuación del Distrito de Aguablanca, con los estigmas que ello conlleva.

HISTORIA BARRIO SIETE DE AGOSTO

El barrio Siete de Agosto fue el resultado de la cuarta etapa de los programas de lotes no urbanizados de Alfonso López, que fueron entregados en 1962. Por esta razón en la década del 60 el asentamiento todavía se lo llamaba Alfonso López etapa IV. Los primeros residentes en los lotes provenían de las familias vinculadas al intercambio comercial que se efectuaba a través del río Cauca, en especial con la población del norte del Cauca, siendo Juanchito (con el tiempo corregimiento del municipio de Candelaria) y Puerto Mallarino (al comienzo un asentamiento “rural”, luego barrio de Cali) los puertos de desembarque. Este barrio, al igual que todo el conjunto de los asentamientos de Alfonso López, tienen sus orígenes a partir del fenómeno de extensión de la ciudad hacia el oriente después de los años 50, aprovechando la comunicación entre Cali y el municipio de Candelaria, cuya carretera también hasta finales de los años 60 era la que comunicaba a la ciudad con el anterior aeropuerto de la ciudad (Calipuerto, hoy en día donde quedan las instalaciones de la central de abastos, Cavasa)25. La vía que termina en Puerto Mallarino, la carrera 8, era ya para esa época uno de los principales ejes de la ciudad incluso desde finales de los años 10, según se anotó antes, por la comunicación con Candelaria y el transporte fluvial por el Cauca. Puerto Mallarino y Juanchito presentaron un crecimiento residencial como puntos de comercio por el río y en menor grado la pesca desde los años 40; luego con el tiempo, la población allí asentada diversificó la actividad económica a la explotación de arena del río Cauca, ante la demanda de la construcción en la ciudad de Cali. Aparecieron así muchas viviendas alrededor del río Cauca originando barrios de estibadores, areneros, pescadores y de agricultores a las orillas del río, en su gran mayoría población afrocolombiana procedente del norte del Cauca y sur del Valle. Además de Puerto Mallarino y Juanchito surgen más adelante en los años 70 y 80 los asentamientos de Puerto Nuevo y La Playita. Al nuevo asentamiento de Alfonso López acude una población de diversos sectores populares de la ciudad, pero inicialmente estaba poblado más por gentes mestizas. Luego se fue poblando paulatinamente por migrantes de la Costa Pacifica y norte del Cauca y sur del Valle, algunos de ellos areneros y pescadores que residían en Puerto Mallarino y Juanchito, y otros que ya vivían en diferentes barrios de la ciudad26, fuese pagando alquiler o en usufructo donde algún familiar o paisano. Sin embargo, en la cuarta etapa de Alfonso López, hoy Siete de Agosto, los migrantes procedentes de la Costa Pacífica eran más familias de Barbacoas, Tumaco, Guapi, Condoto, Istmina y Buenaventura con algún capital económico que habían acumulado a través de la minería, lo que les permitía la compra de lotes ya mejorados, a diferencia de las otras etapas de Alfonso López. Por otra parte, la cuarta etapa de Alfonso López, a diferencia de las tres primeras, a pesar de presentar características similares de entrega de lotes no urbanizados sin servicios públicos, concentró con el tiempo, a medida que mejoraron las condiciones de las viviendas, una población más próspera, en términos relativos de la que se asentó en las tres primeras etapas de Alfonso López, gracias a mayor capital escolar, social y patrimonial, por estar una buena parte de ella vinculada a empleos asalariados en medianas y grandes empresas privadas, así como a empresas del sector público. Esto, sumado al hecho de que tenía desde un comienzo una ubicación urbana favorable, en el contexto de la expansión de Cali hacia el oriente por la carrera 8ª que se venía presentando desde mediados de la década del 60 y a lo largo de los años 70, y ya en la década del 80 la construcción de la autopista Oriental, facilitó un dinámico proceso de diferenciación social con una mayor movilidad ascendente. Después de culminar la entrega de lotes de las primeras tres etapas, a precios bien bajos para la época, se inició la correspondiente a la cuarta etapa del barrio Alfonso López en 1962, en el lugar donde quedaba ubicado anteriormente un cementerio de población afrocolombiana residente en Puerto Mallarino y luego a lo largo de los jarillones del río Cauca (1940-1960). La cuarta etapa de Alfonso López, como se dijo previamente, se desarrolló a raíz de la gran demanda de vivienda en la época, lo que originó la necesidad de construir otra etapa sobre la carrera 8ª hacia el sur. Los diferentes terrenos en las cuatro etapas no contaban con los servicios públicos, ni tenían condiciones de acceso vehicular, además de ser inundables y para la época los más distantes al centro de la ciudad. Por otro lado, esos terrenos habían sido durante un largo período hasta la década del 50 botadero de basura de la cervecería Bavaria.
Los habitantes de la cuarta etapa de Alfonso López, barrio Siete de Agosto, al no contar con acueducto cavaron aljibes en sus viviendas y poder así conseguir agua para lavar la ropa y demás implementos del hogar, así como para bañarse el cuerpo. El agua potable era procurada en un asentamiento vecino, hoy en día barrio Ulpiano Lloreda, a través de una pila de agua. Allí se hacía fila y luego se transportaba hasta el nuevo asentamiento, aunque muchas personas se desplazaban hasta lo que en la actualidad se conoce como el caño Cauquita, a recoger agua para la preparación de alimentos y lavado de ropas, ya que este canal adyacente del río Cauca en los años 60 aún no presentaba la contaminación que hoy lo afecta. Los pobladores de la cuarta etapa durante casi cinco años estuvieron viviendo sin luz eléctrica, alumbrándose con velas y cocinando con leña. La inexistencia de alcantarillado continuamente generaba problemas de salud, sobre todo en la población infantil. A esto se sumaba las frecuentes inundaciones, lo que llevó a la población residente a organizarse e iniciar el proceso de construcción de un alcantarillado provisional, cuyo punto de desagüe final fue el caño Cauquita. Esto explica que si bien los precios de los lotes entregados eran más altos que los de las etapas anteriores de Alfonso López, sin embargo, también eran los más bajos del mercado de entonces. El barrio fue controlado electoralmente por el partido liberal en la vertiente holmista, a través de su líder Carlos Holmes Trujillo. De ahí en adelante los diferentes servicios públicos fueron logrados mediante el apoyo electoral a los candidatos holmistas; de esta forma en 1966 se iniciaron las labores para la instalación de las redes domiciliarias de energía en el Siete de Agosto. La población a través de la consecución de recursos generados por sus empleos, como veremos muchos de ellos asalariados modernos con alguna estabilidad y modalidades de seguridad social con un régimen prestacional hoy en día en extinción, logra iniciar el proceso de levantamiento de sus viviendas, con algún grado de integración y solidaridad, puesto que existía gran cantidad de paisanos que se ayudaron entre sí y lograron desarrollar entre ellos redes de apoyo, lo que les permitió a muchas de las familias del barrio autoconstruir sus viviendas de la forma más económica posible, mediante una gran inversión de su propia mano de obra. De todos modos en este caso incidió más la capacidad de recursos generados por el tipo de inserción sociolaboral y la acumulación previa de pequeños capitales patrimoniales en el momento de la adquisición de los primeros lotes. Se trata entonces de un asentamiento que se inicia en condiciones de urbanización muy precarias, similares a los de otras áreas adyacentes, pero que gracias a la combinación de factores como el tipo de población laboral que se instala a vivir allí, los pequeños capitales existentes que ayudaron a ser invertidos en las mejoras urbanas de los lotes y en la construcción de la vivienda y la ubicación estratégica del barrio, en términos de vías de comunicación respecto al conjunto de la ciudad, determinaron un proceso rápido de diferenciación social respecto a otras áreas residenciales próximas. El resultado ha sido un barrio de sectores populares con un patrón de urbanización consolidado, a pesar de su historia inicial de lotes sin servicios ni acceso para ser autoconstruidos en medio de un terreno anegadizo, lo que es más cercano a un barrio de clases media-baja. En la actualidad el Siete de agosto presenta un nivel socio económico estable, en el sentido que una parte de los hogares cuenta con ingresos superiores a dos y tres salarios mínimos legales al mes.
Si bien el Siete de Agosto –comparado con otros barrios del oriente de la ciudad- no es uno de los de alta concentración de población afrocolombiana, existen en él colonias de migrantes cuyos primeros miembros llegaron en la década del 60, en especial de Barbacoas, Buenaventura y varias regiones del Choco. En realidad, es un típico barrio socioracialmente mestizo del oriente de Cali, pero a diferencia de otros barrios mestizos de Cali en éste la particularidad es la presencia muy visible de población afrocolombiana con diversos grados de dispersión residencial en el mismo y presencia de redes familiares. Por ello en el interior del área territorial del barrio es fácil observar el fenómeno de alguna segregación espacial de tipo socio-racial con una participación destacada de población afrocolombiana en la zona residencial menos próspera del barrio. De la carrera 15 hacia la carrera 8ª y de la 15 hacia el caño Cauquita, limítrofe con los barrios Charco Azul y Ulpiano Lloreda, habita la mayor parte de población afrocolombiana. Aunque se encuentra en el barrio una gran cantidad de mujeres mayores de treinta años dedicadas a las tareas del hogar, otra parte de ellas ya tienen una inserción laboral en actividades de confección, máquina plana, bordado, y lencería, mientras otra población de mujeres laboran en empleos no muy estables y en servicios de atención de personal y desarrollo de oficios varios en diversas empresas del sector privado. Las mujeres menores de treinta años se dedican en especial a laborar en empresas pequeñas. Los oficios femeninos más recurrentes son asistente de contadora, tecnólogas en sistemas o digitadoras, empleos también relacionados con el área administrativa. La orientación de los empleos ha incidido en el tipo de educación técnica que se brinda en los colegios comerciales motivando a las mujeres para que ingresen y hagan una capacitación corta en áreas ligadas a la administración. Los hombres mayores de treinta años se presentan en este barrio como la población con mayor capacidad económica y mejor estabilidad laboral, puesto que la mayor parte de ellos se dedican a trabajar como asalariados, operarios y supervisores, en grandes empresas, tipo Cartón Colombia, Colgate Palmolive, Lloreda Grasas, entre otras. Hay un grupo de trabajadores de Emcali en diferentes unidades de esta empresa pública. Otro sector de hombres está dedicado al comercio, ya sea de electrodomésticos o productos varios. Se trata por lo general de hombres jefes de hogar, principales proveedores de ingresos, aunque ha aumentado la participación de esposas o cónyuges en el mercado laboral, según se observó antes. Los jóvenes menores de treinta años se dedican a empleos temporales, como mensajeros y obreros del sector privado en grandes y medianas empresas, algunos aún viven con sus familias y otros han conformado nuevos hogares. En la actual coyuntura recesiva hay un contingente grande de población masculina mayor de 12 y 15 años desempleada, con escolaridad de secundaria completa e incompleta, pero de todas maneras el desempleo femenino es más alto. También ya es posible encontrar personal desempleado de más de treinta años. Este barrio cuenta con una oferta educativa relativamente buena, a través de dos escuelas públicas y un colegio público, al igual que varios establecimientos privados. En esta población la mayor parte de los jóvenes han terminado el bachillerato y otra gran parte se encuentra culminando los estudios de secundaria. En este barrio vive gran cantidad de personas que han ingresado a la universidades, pública y privadas, y mucho personal vinculado a centros de capacitación de carreras intermedias. Esto está relacionado con los empleos de los padres que habitan en el Siete de Agosto, ya que en muchos casos las grandes empresas todavían subsidian los costos de la educación de las familias de sus trabajadores, ya sea primaria, secundaria o superior. A nivel de salud muchas familias están cubiertas por algún régimen de salud, ya sea a través de alguna EPS o el Seguro Social, aunque también se encuentran familias que incluso pagan un sistema de medicina prepagada. De todas formas hay un grupo de familias de menores ingresos que se encuentran beneficiadas por el Sisben. En este barrio la población aún conserva, pero en muy menor escala, prácticas populares de salud. Son frecuentes las consultas sobre temas relacionados con malas o buenas energías, buena suerte y el mal de ojo. Los informantes señalan que en la población afrocolombiana del barrio podría haber una mayor participación en el uso de prácticas populares, sobre todo en los mayores de 30 años y entre migrantes más recientes, con menos de cinco años de residencia en Cali. Los residentes del barrio son considerados de mayoría católica, sin embargo, han crecido gran cantidad de iglesias, especialmente de la corriente del protestantismo evangélico. Recientemente se terminó de construir un templo católico (menos de dos años), solucionándose para los habitantes del barrio la asistencia a la misa dominical, ya que antes debían dirigirse a un barrio vecino, Andrés Sanín, para tal efecto. Al igual que la mayor parte de los barrios populares del oriente de la ciudad es muy frecuente observar grupos de población divirtiéndose en espacios públicos del barrio (parques, calles, canchas deportivas), pero en este caso es menor la utilización de la calle como espacio recreativo de uso cotidiano en comparación a los barrios populares de urbanización y condiciones de vida precarias, ya sean invasiones o asentamientos en proceso de autoconstrucción legalizados, más o menos establecidos con todos los servicios públicos conectados, como los casos de dos barrios más adelante aquí presentados, Sardi y El Retiro. En el Siete de Agosto la sociabilidad de vecindad es más próxima a la existente en cualquier barrio de clases medias bajas de Cali. Sin embargo, para los grupos de pares entre la población juvenil (galladas, parches, etc.) la calle es el principal espacio de socialización al igual que los establecimientos deportivos como las canchas de baloncesto y de fútbol y las diversas unidades deportivas que operan en este barrio. Hoy en día la organización barrial ha puesto en marcha una ciclovía dominical y días feriados, a la que acuden los habitantes del barrio, participando en grupos de pares y en familia, con un alto peso de este último tipo de participación. Son importantes en el barrio los sitios de entretenimiento, bares, salsotecas, discotecas, frecuentados por habitantes del mismo y de otros barrios circunvecinos. En este sentido la ubicación estratégica del barrio y el ser una urbanización estable de clases medias bajas ha favorecido la presencia de estos lugares.
Una particularidad del Siete de Agosto es su característica como barrio de “frontera”, entre barrios populares de invasión del oriente de la ciudad en condiciones espaciales y socioeconómicas muy precarias –tipo Sardi-, barrios populares ya establecidos de autoconstrucción o modalidades de vivienda urbanizada pero con alto hacinamiento y otras condiciones de pobreza y muy bajos ingresos –Charco Azul, Ulpiano Lloreda, Andrés Sanín- y barrios más prósperos compuestos por conjuntos residenciales (casas y edificios) de clases media-media y media-baja –la Nueva Base-. En cierto modo este barrio opera como un corredor de tránsito entre dos espacios sociales del oriente de la ciudad27. Por otro lado, en el conjunto de los barrios de la comuna 7, a la que pertenece, es el que reúne las mejores condiciones urbanas y socioeconómicas de dicha comuna y conforma por lo mismo un interesante contraste con las tres etapas iniciales de Alfonso López, también dentro de la comuna 7. El carácter de “frontera” social del barrio genera percepciones y sentimientos colectivos contradictorios u opuestos de sus habitantes respecto a los barrios circunvecinos menos prósperos o sencillamente en condiciones urbanas y laborales de alta precariedad y al lado de ello, con una mayor presencia de población afrocolombiana. Esto se manifiesta en el rechazo explícito hacia las personas de los barrios más pobres como Charco Azul, Sardi, Andrés Sanín, Ulpiano Lloreda, Puerto Mallarino, Alfonso López. Estos barrios son percibidos como sitios donde abundan los delincuentes o ladrones que azotan el barrio y deterioran la imagen del sector. Curiosamente ello se da a pesar de que existen muchos hogares y personas del Siete de Agosto que sostienen lazos fuertes de parentesco o amistad con hogares o personas cuyas viviendas están ubicadas en los barrios estigmatizados. Esta pluralidad de relaciones ambiguas y ambivalentes entre sectores sociales heterogéneos con una diversidad de mestizaje y continuos encuentros inter-raciales en espacios múltiples – deporte, rumbas, reuniones familiares, amoríos y relaciones eróticas, sistema escolar, asistencia a eventos religosos, actividad laboral- entre barrios populares con dinámicas de urbanización diferenciada es una característica del oriente de la ciudad de Cali. Sin embargo, no es casual que el vehículo social más típico de estas interacciones sean las redes familiares o de parientes y las de grupos de pares ubicadas entre uno y otro barrio, entre las cuales pueden destacarse las de la población afrocolombiana. En la otra dirección, como era de esperar, son más valorados los contactos y relaciones de los habitantes del Siete de Agosto con los barrios de mejores condiciones de vida adyacentes, atravesando la avenida Oriental hacia el occidente, barrios como la Nueva Base y la Base, entre los más destacados.

HISTORIA BARRIO ALFONSO LOPEZ

La urbanización Alfonso López en sus tres etapas iniciales constituyó el primer asentamiento popular en una escala ampliada del oriente de la ciudad a comienzos de los años 60, mucho antes que se expandieran otras zonas de esta parte geográfica de Cali, con excepción de Puerto Mallarino18. De otro lado, la cuarta etapa del Alfonso López será el origen del actual barrio Siete de Agosto, asentamiento fundado en 1962, a partir de una entrega simbólica de lotes el día 7 de agosto de ese año, lo cual le servirá a los primeros residentes de esos terrenos (cuarta etapa) dar un nuevo nombre a su barrio. Sin embargo, Puerto Mallarino mucho antes ya existía como un asentamiento semi-rural, en el sector occidental del río Cauca, en lo que será con el tiempo la carrera 8ª, y que desembocaba luego en lo que era y es hoy en día la vía a Candelaria. Como asentamiento semi-urbano tuvo sus orígenes desde 1916, relacionado con cierto incremento en la actividad del puerto de embarque por el río Cauca, en medio de un espacio completamente rural de lagos y caños que se prolongaban hacia Cali (Arboleda, op.cit.: 76)19. La población residente en Puerto Mallarino y Juanchito a lo largo de toda su historia hasta el presente ha sido en su casi totalidad afrocolombiana, una buena parte de ella procedente del sur del departamento del Valle, otra con una larga tradición de redes familiares nativas de la misma zona. Esto fue así hasta comienzos de la década del 50 cuando comienza a poblarse de migrantes negros provenientes de la Costa Pacífica y del norte del Cauca, ya que para ese momento la presión urbana hacia el oriente era ya un hecho. A raíz de la construcción más al norte, pasando lo que será luego la carrera 8ª, de los jarillones en la parte occidental del Cauca hacia finales de los años 50 y comienzos del 60, obra de infraestructura que contribuye a facilitar las condiciones de fundación del barrio Alfonso López en sus tres primeras etapas y luego del Siete de Agosto, la migración de población afrocolombiana desde el sur del Valle, norte del Cauca y Costa Pacífica se intensifica y Puerto Mallarino y otros asentamientos periféricos al mismo parecen crecer, aunque pueden ser más bien puntos de tránsito mientras se reubican en los nuevos asentamientos de Alfonso López, Siete de Agosto y otras área en expansión del oriente. Las tres primeras etapas del barrio Alfonso López surgen a partir de un proceso de organización popular liderada por la izquierda comunista y liberal entre 1958 – 1961, años en los cuales la Central Pro Vivienda impulsa el proceso de movilización de pobladores frente a los propietarios privados en varias área del oriente de la ciudad contiguas a la carrera 8ª y alrededor de la base aérea Marco Fidel Suárez. Varias de estas tentativas fracasaron hasta que finalmente en una zona ubicada más hacia el oriente, entre la carrilera del ferrocarril (hoy en día carrera 7a ) y la carrera 8ª, de norte a sur, y entre la actual avenida autopista Oriental o calle 70 y las riberas del río Cauca, se pudieron concretar por vez primera unas negociaciones con los terratenientes. Una cuarta etapa se inició luego en 1962, el barrio Siete de Agosto, como más adelante se describe. Entre los años 1959-1962 se construyeron los jarillones por la CVC (Corporación Autónoma del Valle del Cauca) en la margen occidental del mismo río, protegiendo los terrenos aledaños frente a las inundaciones recurrentes21, precisamente en el mismo período que arranca la urbanización en las cuatro etapas de Alfonso López, en la medida en que era una zona anegadiza por la que atravesaban una parte de brazos (caños) del Cauca, al igual que toda la franja oriental de los terrenos hacia el sur y que años más tarde conformarán el Distrito de Aguablanca. La Central Pro Vivienda bajo control del partido liberal inició con un grupo aproximado de 100 familias, divididas en centros zonales, cada uno con una junta directiva, las cuales dieron como resultado los primeros asentamientos que correspondieron a las tres etapas entre las carreras 7ª y 8ª. Previamente esta entidad había iniciado un proceso de negociación con los terratenientes quienes eran los propietarios de terrenos ubicados al oriente de la ciudad y que tenían destinados para engorde, después de la construcción de los jarillones, previendo un valorización de los terrenos de esta zona. Esta situación dificultó en gran parte las negociaciones lo que motivó a que la Central Pro Vivienda llevase a cabo acciones de amenaza de invasión para presionar las negociaciones El 20 de Julio de 1960 se hizo entrega de los primeros 2080 lotes a sus afiliados (Bolaños, op.cit.: 45)23. Buena parte de estos lotes fueron entregados a personas nativas de la ciudad que no poseían vivienda, al igual que familias provenientes del norte del Valle, desplazados del conflicto político de la época, a migrantes del Tolima, pero también de la Costa Pacífica, en especial del Chocó, Buenaventura y Barbacoas. Debido a la escasez de vivienda para sectores populares en este año hizo que para este programa de vivienda se multiplicaran los asociados a la Central Pro Vivienda, lo que posibilitó el desarrollo de la segunda y tercera etapas, avanzando el asentamiento cada vez más cercano a la carrera 8ª, de norte a sur. El valor de los lotes fue aumentando entre 1960 y 1962, demarcando diferencias socioeconómicas entre los habitantes de la primera etapa del Alfonso López y los de las etapas posteriores. Según Bolaños (op.cit.: 59), “el grupo de la tercera etapa venía sin el agudo constreñimiento económico de la primera y con mayor holgura que la segunda. Y se veían las muestras de la clase media como en la segunda, las muchachas coperas, que le prestaron clima para el rumor malsano, discretamente asordinado hasta que la Central gritó su doctrina de indiscriminación en todos los órdenes y su política de unidad de los estratos populares para la consecución de la vivienda....El grupo de la tercera etapa le imprimió al sector una contextura arquitectónica de más alto nivel y se vieron los casos de adjudicatarios que entraron directamente a construir la vivienda definitiva”. Sin embargo, esta diferenciación fue mayor para la cuarta etapa, Siete de Agosto24, sobre todo en el caso de los lotes del sector más cercano a la carrera 8ª. Esto explica que a esta última etapa llegara una población con mejores ingresos económicos, nativa y migrante de varias regiones del país, respecto a los pobladores de las etapas precedentes, sobre todo comparada con la de la primera etapa, incluso una población de la Costa Pacífica con pequeños capitales patrimoniales acumulados en la minería del Pacífico (Barbacoas, Guapí, Condoto, Istmina, etc.), llegada a Cali en la década del 50.

Tomado de DINÁMICA DEL POBLAMIENTO Y ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LOS ASENTAMIENTOS POPULARES CON POBLACIÓN AFROCOLOMBIANA EN EL ORIENTE DE CALI
Por Fernando Urrea Giraldo y Fernando Murillo Cruz